24 September 2013

Yasuni y por qué nos negamos a aprender

Hace ya más de un mes el Presidente de Ecuador anuncio la finalización de la iniciativa Yasuni ITT que buscaba dejar bajo tierra millones de barrilles de petróleo a cambio de recibir contribuciones y compromisos a un fondo para el desarrollo sostenible.
Es cierto que la iniciativa fracasó. Quién tiene la culpa? Según el gobierno ecuatoriano "el mundo". Es decir señalamos con el índice hacia los otros... pero los otros tres dedos de la mano señalan a nosotros mismos. Y con nosotros mismos me refiero a nosotros como seres humanos, nosotros como sociedad, nosotros como país.

Por un lado entiendo y de cierta manera estoy de acuerdo con lo que el presidente argumenta: la doble moral de los gobiernos de países industrializados no tiene límite, se ponen la camiseta del desarrollo sostenible pero dentro de casa siguen barriendo la basura bajo la alfombra de color verde; la gente joven protesta a medias por la protección de la biodiversidad pero no son capaces de prescindir un solo día del tocino o unas salchichas; la clase media se siente bien, tienen y viven su propia version del Buen Vivir, se predica agua pero se bebe vino (léase Wohlfühlpolitik).
Por otro lado entiendo y comparto la decepción, ira y desesperanza de la gente, que como yo, creyó (léase se comió el cuento) que nuestro país con nuestros académicos (sí, me refiero a Acosta, Correa y Falconí) formuló una propuesta de cambio, se encaminaba hacia demostrarle al mundo que el cambio es posible, a pequeña escala (small is beautiful) pero posible... cambio de paradigmas, break-through, ventana de oportunidad que abrimos de par en par y trepamos... pero que ahora se ve una vez más sentada en el auto que va acelerando contra una pared.
 
Por donde sea que veo/leo, solo me encuentro con la realidad que nuestras sociedades concientente se niegan a aprender de los errores de los otros, y tienden a tomar los caminos "mas fáciles racionalizados" por la "experiencia". Porque mientras no sea extrema la situacion no pasa nada. Nadie niega que nuestro país está muy lejos aún de erradicar la pobreza, que nos faltan hospitales y escuelas, tuberías y baterías sanitarias, un mejor sistema de educación, seguridad social para todos. Pero en ningún lado está escrito en piedra que el único camino hacia la solucion de esos problemas, es decir el desarrollo, es talar hasta el último árbol, secar hasta el último lago, pavimentar hasta el último centímetro de tierra.

Les entiendo a mis compatriotas cuando argumentan que un país pequeño como el nuestro necesita recursos económicos. Solamente no entiendo por qué limitamos y condicionamos la fuente de los mismos a la destrucción de un tesoro incalculable. Porque si hablamos en blanco y negro,
nuestra arrogancia como seres humanos frente a la naturaleza y los ecosistemas aparte de ser irrisoria es terriblemente errónea. A la naturaleza no le tomaría mucho tiempo volver a enverdecer ciudades y carreteras en nuestra ausencia. Pero no. Desarrollo (SOSTENIBLE!) y sociedad y civilización no se trata de decidir entre los ecosistemas y los humanos, entre civilización y la naturaleza. El humano es parte de la naturaleza y del ecosistema. Sin el uno no puede existir el otro. Esto lo saben los gobiernos de paises industrializados. Esto lo saben los gobiernos de paises en vias de desarrollo. Esto lo sabe la ciencia. Esto lo sabemos por la historia.

Pero el "cortoplacismo" puede más, asegurar votos es más relevante demostrar quién tiene más poder es más importante. Ni siquiera me voy a molestar en nombrar ejemplos de países y pueblos que han decidido desarrollarse con el menor impacto ambiental posible, porque en seguida me van a apedrear con la etiqueta de Hippie. Tendrán o no razón, eso ya no importa. No importa! Al final del día los que perseguimos utopias debemos volver a sembrar semillas de cambio con cada amanecer.
Abrazando árboles y esperanzas (c) MPJ